Como bien explica Suso del Toro en la edición que acabo de leer, "Los tipos duros no bailan" es un auténtico tratado sobre la virilidad:
"La guerra es la llama de la virilidad y a algunos ya no nos ha alimentado, hoy tenemos que definir nuestra masculinidad con palabras, y con palabras vayas y confusas además. Pero esta novela, negra como la hora más alta y fría de la noche, es un auténtico tratado sobre la virilidad, una virilidad que hoy parece algo antigua para esta parte del mundo. Es una virilidad que se alimenta de muerte, que lleva la muerte al sexo y hace que joder sea sinónimo de de matar, <<jódete>> es <<muérete>>. Jódete y baila.
No, no bailes; los tipos duros no bailan. Los tipos duros no se tocan, mantienen sus cuerpos separados, solamente se acercan a otro cuerpo para atacar, depredar, por delante a una mujer y por detrás si es mujer. Los tipos duros no se acercan a otro hombre más que para clavar su cuchillo. Ésta es una novela llena de crímenes horrendos en la que hombres muy machos giran en torno de la homesualidad, con recelo y fascinación.
La angustia de ser hombre, de no ser lo bastante hombre. Por eso el protagonista es un escritor. El pequeño terrible secreto de los escritores es que somos escritoras, escribir no es <<viril>>. Lo viril es vivir. En la cosmogonía patriarcal el mundo le ha sido entregado desde siempre a los fuertes, a los hombres, para que peleen por él y se adueñen de él. La lucha por la vida es cosa de hombres y las mujeres la contemplan desde su ventana y acogen luego al vencedor. Los escritores contemplamos la vida desde nuestra ventana. Escribir una muerte no es de machos; de machos es matar. Todos los escritores lo sabemos, por eso padecemos angustias que tan bien expresa aquí Norman Mailer, ese escritor sadomasoquista, angustiado, que se exhibe y abre en canal en público..."
El retrato que Mailer nos hace de Tim, el escritor protagonista, así como de otros personajes secundarios en la trama como ese padre en el que confluyen todos los rasgos del patriarca, nos pueden servir para extraer todos los hilos mediante los que se ha construido durante siglos la masculinidad hegemónica: "Y es que me veía tal como era entonces, y yo, a los dieciséis años, me consideraba un hombre duro. Al fin y al cabo, era hijo del padre más duro de mi manzana”.
En LOS TIPOS DUROS NO BAILAN están presentes todos los elementos de la "mística de la masculinidad":
- la vinculación de la masculinidad con el poder y la violencia:
"No comprendo por qué Pangborn llevaba una pistola en la noche del viernes.
Siempre la llevaba. Esto le hacía sentirse hombre, Tim"
- la competitividad - "soy muy amigo de competir..."
- la negación de las emociones - "Mientras mi padre estaba ausente, fui al cuarto de baño y vomité. Hubiera preferido llorar. Ahora que estaba solo y no pasaría la vergüenza de llorar delante de mi padre, las lágrimas no acudieron a mis ojos"
- el hombre como depredador sexual: “En sus tiempos de descargador de muelles, mi padre se había hecho legendario por el gran número de mujeres a la que era capaz de atraer, y por tu extraordinaria potencia sexual. Con todo, aseguraba con viril orgullo que nunca había besado a una chica si no quería”
Y, de manera muy singular, la homofobia. Los tipos de la novela viven permanentemente huyendo de la homosexualidad:
“La homosexualidad estaba sentada allí, entre Regency y yo, de una manera tan perceptible físicamente como el sudor que hueles cuando dos personas se disponen a pelearse”.
Por ello lanzan ataques furibundos contra los maricas. Conscientes de que necesitan negarlos para autoafirmarse como hombres. "Me gustaría matar a esos maricones. Hasta el último de ellos”
En fin, en un sólo párrafo una magnífica declaración sobre lo que significa ser un hombre de verdad:
"Metería a todos los maricones en campos de concentración, incluyendo a tu hijo, en el caso de que hubiera tenido un resbalón. Y todo porque tuviste la suerte de nacer con unos cojones como un tigre."
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