Siempre he tenido mis dudas en cuanto al "outing" de personajes públicos con respecto a sus preferencias sexuales. Obviamente el que personajes públicos, y me refiero no sólo a artistas o presentadores de televisión, sino también políticos, o banqueros, o empresarios, reconozcan abiertamente sus gustos sexuales, tiene un carácter "ejemplificador" y socializador de primera magnitud. Ahora bien, a nadie se le deben exigir heroísmos ni mucho menos obligar a que haga público lo que es una opción de su vida personal, ante la que los demás no deberíamos por qué manifestar ningún juicio o valoración. La verdadera igualdad se habrá alcanzado, en todo caso, cuando una persona homosexual, o bisexual, o trisexual, o lo que quiera ser, no tenga por qué hacer explícita su orientación sexual, como tampoco lo hacen con carácter general los heteros.
Sin embargo, ante el reconocimiento público por parte de Iñaki Oyárzabal, el número 2 del País Vasco, de sus preferencias sexuales, el debate debería ser otro. El acento debería ponerse en que él, como tantos otros homosexuales y lesbianas que sin duda militan en el PP, forma parte de un partido que mantiene el recurso de inconstitucionalidad contra la reforma del Código Civil de 2005. Un recurso que lleva sin resolverse 7 años y en el que, si uno analiza su argumentación, detesta no sólo argumentos jurídicos más o menos discutibles, sino también planteamientos que rozan la homofobia. De ahí que cueste trabajo entender que alguien como Iñaki, que forma parte también de un colectivo históricamente marginado y perseguido, comulgue con ruedas de molino y ponga por encima de su compromiso personal el del partido. Sería cuestión de orgullo - ético, sin más, no necesariamente gay - que él y otros muchos como él retiraran un recurso que simboliza la discriminación que muchos intentan prorrogar. Ese sí que sería el verdadero y eficaz outing de un político del PP.
Comentarios
Publicar un comentario