DÍA DEL ORGULLO LGTB
Escribo estas líneas en Barcelona, donde he venido para participar en un encuentro iberoamericano sobre Derecho de Familia, y en el que llevamos un par de días debatiendo sobre matrimonio, derechos LGTB y nuevos modelos de familia.
Todo este debate nos sitúa frente a la llave que ha de permitir una sociedad "decente", en la que cada individuo pueda desarrollar libremente su afectividad y sexualidad, sus opciones vitales y de convivencia. Esa llave no es otra que la ruptura con orden patriarcal, heteronormativo, binario. Debemos poner el dedo en la llaga - social, cultural, jurídica - por la que siguen sangrando millones de personas en todo el mundo como consecuencia de sus preferencias sexuales. Una llaga que sólo puede cerrarse si asumimos la diversidad como valor y como principio rector, como fundamento de la igualdad. Si asimilamos de una vez por todas que las identidades son dinámicas, variables, plurales. Que todos somos, o podemos ser, heteros, gays, bisexuales, trisexuales... Que esa diversidad es la que daría pie a un mundo mucho más enriquecedor, mágico y divertido. Y que nadie, ningún jerarca, ningún poder, tiene derecho a regular qué hacemos con nuestro cuerpo, con nuestra cabeza, con nuestro corazón. Lo único que le corresponde a los poderes públicos es garantizar que tengamos derecho a ser autónomos en todos los sentidos y sancionar a los que pongan obstáculos a dicho objetivo.
Entre medias, es responsabilidad de todos cambiar un orden cultural que sigue marcando una jerarquía de las sexualidades y que trata de imponer una moral común que suele coincidir con la del más fuerte.
El futuro o será queer o no será... Ahí radica la única medicina que podrá cerrar definitivamente la llaga que lleva siglos sangrando discriminaciones, exclusiones, injusticias y humillación....
* Fotografía: Fernando Bayona, de su serie CIRCUS CHRISTI
Escribo estas líneas en Barcelona, donde he venido para participar en un encuentro iberoamericano sobre Derecho de Familia, y en el que llevamos un par de días debatiendo sobre matrimonio, derechos LGTB y nuevos modelos de familia.
Todo este debate nos sitúa frente a la llave que ha de permitir una sociedad "decente", en la que cada individuo pueda desarrollar libremente su afectividad y sexualidad, sus opciones vitales y de convivencia. Esa llave no es otra que la ruptura con orden patriarcal, heteronormativo, binario. Debemos poner el dedo en la llaga - social, cultural, jurídica - por la que siguen sangrando millones de personas en todo el mundo como consecuencia de sus preferencias sexuales. Una llaga que sólo puede cerrarse si asumimos la diversidad como valor y como principio rector, como fundamento de la igualdad. Si asimilamos de una vez por todas que las identidades son dinámicas, variables, plurales. Que todos somos, o podemos ser, heteros, gays, bisexuales, trisexuales... Que esa diversidad es la que daría pie a un mundo mucho más enriquecedor, mágico y divertido. Y que nadie, ningún jerarca, ningún poder, tiene derecho a regular qué hacemos con nuestro cuerpo, con nuestra cabeza, con nuestro corazón. Lo único que le corresponde a los poderes públicos es garantizar que tengamos derecho a ser autónomos en todos los sentidos y sancionar a los que pongan obstáculos a dicho objetivo.
Entre medias, es responsabilidad de todos cambiar un orden cultural que sigue marcando una jerarquía de las sexualidades y que trata de imponer una moral común que suele coincidir con la del más fuerte.
El futuro o será queer o no será... Ahí radica la única medicina que podrá cerrar definitivamente la llaga que lleva siglos sangrando discriminaciones, exclusiones, injusticias y humillación....
* Fotografía: Fernando Bayona, de su serie CIRCUS CHRISTI
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