LO IMPOSIBLE, de J.A. Bayona
A pesar de su perfección técnica, de sus magníficas interpretaciones (muy especialmente la de Naomi Watts y la de ese jovencito increíble llamado Tom Holland), de la sinceridad de su apuesta, la tan publicitada y exitosa película de Bayona a mí me dejó bastante frío. Tras una media hora inicial simplemente arrolladora y espectacular, el resto de la película, en la que se nos cuenta la peripecia de unos seres perdidos y vulnerables, avanza con excesivas conceciones a la trampa sentimental y por los trilladísimos terrenos del melodrama made in Hollywood. La búsqueda de la emoción desgarrada, facilitada por una preciosa banda sonora que acaba siendo excesiva y repetitiva, así como el permanente jugueteo con las trampas que derivan de un descarnado drama familiar y humano, acaban conduciendo la historia a los esquemas de un telefilme de sobremesa. Por más que Bayona dé muestras de haber aprendido mucho de Spielberg (la sombra de "El imperio del sol" es alargada).
No llego a entender por tanto el entusiasmo colectivo ante esta película, ni mucho menos esas declaraciones que tanto nos ha repetido por televisión de espectadores que dicen haber llorado e incluso algunos que han debido de ser atendidos por la conmoción. Algo difícil de entender, además, ante una historia cuyo final feliz todos conocemos porque los mismos creadores de la película se han encargado de airearlo. Sin embargo, y observando el público que ayer tarde abarrotaba la sala de cine, encuentro una explicación a esta especie de catarsis colectiva. Bayona ha dado en la clave al jugar con sentimientos muy primarios, poco sofisticados, como son los que tienen que ver con el instinto de supervivencia del ser humano, además de recrearse en un más que discutible, pero socialmente aplaudido, concepto "walt disney" de la familia. En unos tiempos de tanta vulnerabilidad, de tanto desamparo, en el que tantos están siendo arrastrados por el tsunami de la crisis y alrededores, es fácil pues identificarse con el drama que nos cuenta LO IMPOSIBLE. Supone hasta un ejercicio de liberación, por una parte contemplarlo como espectadores que se han librado del desastre, y por otra asumirlo como la gloriosa posibilidad de que la suerte acabe salvándonos. Todo ello por no hablar de la egoísta tranquilidad que supone descubrir que una familia de éxito como la de película puede también sufrir como cualquiera y que, en definitiva, la felicidad es algo frágil y pasajero. Casi imposible.
Me alegro muchísimo del éxito de esta película porque es una producción española. Me alegra comprobar cómo, pese al 21% de IVA, sigue habiendo colas en las taquillas varias semanas después de su estreno. Y casi entiendo la catarsis colectiva que supone sentir un tsunami sin vivirlo y recrearse en la nube de algodón que en tiempos de crisis supone la familia. Pero prefiero el cine que me trata como un ser inteligente y no como un sujeto necesitado de tutela y cariñitos. Por eso LO IMPOSIBLE llegó incluso a aburrirme y hasta a empalagarme con su concepción tan primitiva del ser humano. Tan "new age" - ese discursito de verguenza ajena del personaje de Geraldine Chaplin - y tan "sonrisas y lágrimas". Será, y en eso Bayona ha demostrado ser muy listo, como también Tele5 al producirla, que en tiempos de crisis el público necesita llorar en el cine y así llegar sin lágrimas a casa dispuesto a ver, sin mirar, el telediario.
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