Columna Radio Córdoba, Cadena SER
19-9-2013
19-9-2013
Soy de los que me alegré del triunfo desbordante que supuso
el Vía Crucis Magno del sábado pasado, pese a los vergonzantes fallos
organizativos que tuvo. Nos equivocaríamos si tratáramos de negar el enorme
potencial religioso, cultural y económico que el mundo cofrade tiene en esta
ciudad. Al contrario de lo que insistentemente hacen las minoritarias tribus
posmodernas, deberíamos potenciar los diálogos y las lecturas contemporáneas de un fenómeno
que va más allá de las creencias. Tal vez algunos deberíamos preguntarnos qué
hemos hecho mal para que otro tipo de iniciativas – culturas, políticas,
ciudadanas – no tengan la misma capacidad de movilización.
Porque, y ese es el sabor agridulce que me dejó la apoteosis
barroca del sábado, me inquieta que los vecinos y las vecinas de Córdoba no
sean capaces de movilizarse por otras razones y sólo salgan en masa a la calle
cuando hay un santo o un equipo de fútbol por medio. Algo que clama al cielo en
un momento como el presente en el que sobran los motivos para ocupar las plazas.
En este sentido, el Vía Crucis fue también la magna demostración de cómo ha
fracasado la democracia y de cómo nos falta el pulso cívico necesario para hacer
que las calles no sean sólo el escenario de botellones bendecidos y verbenas
confesionales.
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