Los rastros que va dejando en el cuerpo y en el alma de otros, y muy especialmente de otras, el depredador patriarcal saben a sangre pero también a sal amarga. Son heridas que dejan el cuerpo lleno de cicatrices pero también un alma agujereada que ya difícilmente podrá ponerse a resguardo de la lluvia y demás inclemencias de la vida.
Las vidas de Grace nos habla de esos rastros y de esas heridas. De las dificultades de dos mujeres para superar la losa de un padre que abusó de ellas y las hizo vivir en el infierno. Grace es la supervisora de un centro de acogida de menores en el que trata precisamente de hacer con ellos lo que ella no consigue hacer con sí misma: romper con los fantasmas del pasado y ayudarles a que les crezcan alas. La llegada al centro de Jayden, una joven inteligente y huraña, víctima similar a como lo fue Grace, hará que ésta recobre el valor perdido y sea capaz de enfrentarse al fin a un pasado que el está impidiendo vivir gozoso el presente.
Esta hermosa, sencilla y sin embargo contundente película nos muestra a unos seres vulnerables, heridos, incapaces de remontar al vuelo y presas fáciles por tanto para unos márgenes en los que pueden sentirse, aunque sea artificialmente, cómodos y seguros. Las vidas de Grace nos vuelve a dar señales de alerta sobre la necesidad de construir unas relaciones interpersonales, y muy especialmente las que se desarrollan en el ámbito familiar, basadas en la empatía y en el reconocimiento. Estos dos son los únicos instrumentos que finalmente pueden ayudar a contrarrestar los dolores del alma y desde los cuales es posible reiniciar el disco duro. Y, sobre todo, esta película vuelve a poner el dedo en la llaga de los efectos que la violencia del macho provoca en los seres más débiles que él considera posesiones sobre las que ejercer poder y autoridad. Un macho que necesita de "otras", a las que cosifica y niega autonomía, para sentir que está cumpliendo satisfactoriamente su papel. Y no siempre, no deberíamos olvidarlo, esas otras consiguen, como las protagonistas de esta película, coger la bicicleta y salir huyendo, gritar a los cuatro vientos su dolor e iniciar la andadura que les permita salir, no sin lágrimas, del infierno.
Las vidas de Grace (Short Term 12)
Destin Cretton, 2012
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