Hace casi tres décadas, cuando yo casi tenía la misma edad que Abel, mi tío Rafael Benítez me descubrió la voz de una mujer cuyos discos no dejaban de escucharse en su casa. Fue entonces cuando caí rendido ante la madrileña de la Calle del Oso que cantaba "desde mi libertad". Esa mujer me ha ido acompañando a lo largo de mi vida, como si fuera parte de la banda sonora de mis días y del diario de mis emociones. Anoche, en el Gran Teatro de Córdoba, después de volver a disfrutar de su recreación de la Kathie imaginada por Vargas Llosa, tuve la oportunidad de cerrar ese círculo. Le regalé un abanico pintado por el que un día me la descubriera y ella, pese al frío, prometió disfrutar del arco iris. De esa manera, y con Abel como testigo, volvimos a sellar nuestro afecto y el cariño que ella siempre me devuelve cuando me la encuentro tras disfrutar de su talento sobre los escenarios. No podría haber soñado mejor manera de empezar el año. Sabiendo que algún día Ana sacará de su bolso de comedianta inmensa el abanico en cuyo aire de colores sonarán sus canciones como yo las escuchaba cuando era un casi adolescente y soñaba con perderme en Banana Republic...
PD: Gracias al estupendo Ernesto Arias, gran actor al que anoche conocí más allá de lo virtual, y mejor tipo, por hacer de fotógrafo e inmortalizar este momento mágico.
GRAN TEATRO DE CÓRDOBA, sábado 10 de enero de 2015
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