Anoche cuatro hombres, cuatro,
debatieron en La Sexta de economía: el eje de la política que acaba condicionando nuestras
vidas, las de todas y las de todos, y
que en los últimos años ha demostrado que tiene la virtualidad, cuando está en
manos de los señores neoliberales, de hacer más vulnerables a las mujeres. Al
parecer ni una sola mujer hay en los partidos mayoritarios capaz de estar a la
altura de quienes continúan usurpando la universalidad. Nada parece que pueda aportar de interesante, por ejemplo, todo lo mucho y bueno que desde hace años se está trabajando desde las teorías ecofeministas. Esta noche de nuevo
asistiremos, entre aburridos e indignados, no sé si queda alguno que
ilusionado, a un debate en el que de nuevo ellos serán los protagonistas. Los varones que pretenden liderar nuestro futuro volverán a demostrarnos que lo
público es cosa de "echarle huevos" (ay, Bigas Luna qué estás en los cielos). Todo ello en una tarde en la que se unirán los dos
espacios que todavía son privilegiados refugios de la virilidad dominante, y en
los que las mujeres solo parecen tener cabida como personajes secundarios. Jornada
de testosterona en lo cultural y en lo político. 12 hombres contra 12 en el
terreno de juego: el fútbol como espacio socializador de las fratrías
masculinas. Y más tarde, para que a nadie le quepa alguna duda, 4 hombres 4,
batiéndose a duelo. La vieja política disfrazada con piel de cordero. Axilas
sudadas, corbatas impuesta, y tú más.
Ellas, las chicas, quedaran como
es habitual en las afueras. Las hemos visto debatir en un espacio creado para ellas, como si la política también
pudiera declinarse en femenino al estilo de las revistas en las que
esplendorosas suelen ser portada. Como
en la educación segregada por sexos, esa que legitimó el gobierno de Rajoy: los chicos con los chicos, las chicas con las chicas.
Para que nadie piense que el terreno de los primeros, el de los pactos
juramentados que diría Celia Amorós, debe ser compartido con las que siguen
ejerciendo una ciudadanía devaluada. La que las hace formalmente iguales pero que
sigue excluyéndolas del poder o que, en el mejor de los casos, cuando acceden a él
las priva de autoridad. No obstante, el debate "de chicas" del pasado jueves fue también decepcionante. Y no solo porque en gran medida se limitaron a reproducir los métodos y las palabras de los líderes masculinos, sino porque el feminismo estuvo ausente y fue lamentable, por ejemplo, cómo se liquidaron en apenas un minuto la respuesta al drama de la violencia de género. Es decir, cómo plantearon - o, para ser más preciso, silenciaron - las propuestas políticas de cada partido ante la desigualdad que genera múltiples violencias contra las mujeres. Empezando por la estructural y simbólica a la que tanto contribuye, por ejemplo, seguir manteniendo que las mujeres solo pueden hablar entre ellas y de sus asuntos. Como si continuaran siendo una de esas "identidades facciosas" que Rousseau consideraba incapaces de elevarse al interés general.
Las mujeres llevan siglos siendo las grandes
traicionadas por las revoluciones a las que ellas aportaron también su tesón,
su inteligencia y su energía cívica. Por lo tanto, no nos debería extrañar,
aunque sí indignar, que vuelvan a serlo en lo que se nos vende como una
supuesta revolución por algunas fuerzas que parecen empeñadas en demostrarnos
que en cuestión de género la nueva política continúa siendo vieja. En este
sentido no es un consuelo argumentar que los EEUU, una de las democracias más
longevas y consolidadas del mundo, ha tardado siglos en contar con una mujer
candidata a la presidencia. Si lo dejáramos todo en manos de los ritmos que
marca el paso del tiempo, es bien evidente que en cuestión de igualdad y
derechos humanos la evolución no es siempre progresiva y los números demuestran
que, sin acciones políticas auténticamente transformadoras, pasarían siglos
hasta que llegáramos a un modelo de democracia paritaria.
A todos nuestros políticos, y por
supuesto también a buena parte de las políticas que acaban en muchos casos
siendo más deudoras de las hipotecas partidistas que de las convicciones
feministas, deberíamos recordarles que hace ya años, en el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y con más precisión aún en el Derecho Comunitario, se
consolidó una herramienta mediante la que se pretendía que la igualdad de
género fuera siempre y en todo caso una corriente “principal” en todas las
políticas públicas. El denominado mainstreaming de género, y que aquí hemos mal
traducido como transversalidad, podría haber sido un instrumento ciertamente
revolucionario si en la mayoría de los casos no se hubiese limitado a ser una
estrategia meramente formal o retórica. Tal y como parece ser en los proyectos
que concurren a las elecciones, en las políticas económicas que sesudos líderes
debaten como si fueran gladiadores o en la misma escenificación, tan importante
en una sociedad mediática como la nuestra, mediante la que se deja bien claro
quiénes tienen la última palabra y quiénes son
finalmente apenas un coro. Un relleno en la foto, un pretexto para un programa
que no será líder de audiencia o, incluso, la portada perfecta para un
semanario en el que se habla de las nuevas políticas como si fueran candidatas
al concurso de Miss Universo.
Todas y todos quienes tenemos
convicciones feministas, y además entendemos que el feminismo no es solo un
proyecto ético sino también una forma de vida, lo tenemos ciertamente
complicado ante un 26 J en el que las mujeres parecen seguir siendo parte de
eso que Virginia Woolf llamó “sociedad de las de afuera”. Un contexto en el que no parece ser evidente para la mayoría que mientras que las
habitaciones públicas continúen siendo casi monopolio exclusivo de la mitad
masculina, la lucha emancipadora que representa el feminismo debería ser el eje
central de todos aquellos partidos que dicen creer en la igualdad de derechos y
la justicia social. Un horizonte que continúa siendo prácticamente invisible
incluso en los partidos que usan el violeta como marca y el masculino universal
como lenguaje excluyente.
Publicado en THE HUFFINGTON POST, 13 de junio de 2016:
http://www.huffingtonpost.es/octavio-salazar/mujeres-en-campana_b_10395426.html
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